Este partido, lo juegan ellos, no nosotros.

Porque año tras año, vemos que se repite la historia, que continúan los gritos, a árbitros, a entrenadores, a jugadores, esos jugadores, entrenadores o árbitros, que no son más que soñadores atrapados en su pasión y aquello que cada fin de semana decidieron disfrutar, y no por gritos de rabia, no por golpes de intimidación, ni gestos de desaprobación.

Si quisieron nuestros gestos, de ánimo, de celebración por atreverse, ese pulgar arriba de saber que cada paso es un aprendizaje más, si aceptaron ese golpe, pero del balón, esa llegada tarde del rival, que pide perdón mientras te ayuda a levantar y SI quisieron oirte gritar, bien alto, bien fuerte,  pero la emoción de cada jugada, la tensión de cada ocasión y la celebración del final del partido de otro gran día disfrutando de nuestra PASIÓN.

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